Hubo una vez, en cierto reino, en cierto imperio, en donde vivía cierto zar, quien no podía tener un hijo.Un día este zar fue al bazar (un bazar tal y como el que tenemos en Jersón) a comprar comida para sus necesidades. Al ser un zar, su alma era maligna y poco afable, y a veces solía hacer sus propias compras, y asi fue esta vez también, en la que compró un poco de pescado salado y retornó a casa con él.De camino a palacio, de pronto le entró una gran sed, de forma que se apartó del camino para ir a un pequeño monte en donde conocía, tal como su padre había conocido antes que él, se encontraba un arroyo de agua cristalina. Estaba tan sediento que se lanzó precipitadamente al arroyo sin antes persignarse, lo cual aprovechó el Maldito, Satán, quien de inmediato tomó poder sobre él, y lo asió por las barbas.El zar retrocedió de un salto, aterrorizado, y exclamó:-“¡Déjame ir!”.Pero el Maldito lo asió incluso con mayor fuerza.-“¡No, no te dejaré ir!“, le gritó.Por lo que el zar comenzo a rogar de forma lasitimera:-“Pide lo que quieras de mi”, dijo el zar, “sólo déjame ir.“-“Dame entonces” dijo el Maldito, “algo que tengas en tu casa, ¡y entonces te dejaré ir!”.-“Déjame ver, ¿qué tengo?” dijo el zar. “Oh, ya sé. Tengo ocho caballos en casa, como nunca antes se han visto, en ningún lugar, e inmediatamente diré a mi caballerango que te los traiga a este arroyo – llévatelos.”–“¡No los quiero!” exclamó Satán, y lo sostuvo aún con mayor fuerza por las barbas.“¡Bien, entonces, escucha!” gimió el zar. “Tengo ocho bueyes. Nunca han ido a arar para mi, o realizado una jornada de trabajo. Te los haré traer aquí. Me regocijaré con verlos una vez mas, y luego haré que te los lleven a tus estepas — tómalos.“–“No, ¡Tampoco quiero eso!” dijo el Maldito.El zar continuó listando, una a una, todas las cosas preciadas que tenía en casa, pero el Maldecido siempre le decía “¡No!”, y lo halaba más y más fuerte de las barbas. Cuando el zar notó que Satán no tomaría ninguna de todas estas cosas, dijo finalmente:-“¡Mira pues! Tengo una esposa tan encantadora, que como ella no se puede hallar otra en todo el mundo; ¡tómala y déjame ir!”.–“¡No!” reclamó el Maldito, “¡No la quiero!”El zar estaba en un gran embrollo. “¿Qué debo hacer ahora?” pensó él. “Le he ofrecido a mi encantadora esposa, que sería mi propiedad más preciada, ¡y no la quiere!”–Entonces le ofreció el Malvado, “Prométeme que me entregarás lo que sea que te esté esperando ahora en casa, y entonces te dejaré ir.”El zar prometió con gusto, pues no pudo pensar en nada mas que tuviera, y entonces el Maldito lo dejo ir.Pero mientras había estado fuera de su casa, le había nacido un Tsarevko, un pequeño zar, y una Tsarivna; y ellos no crecian por dia, no tampoco por hora, sino por minuto: nunca habian sido vistos en este mundo niños tan finos.Su esposa lo vió llegando de lejos, y corrió a su encuentro, con sus dos niños en brazos y gran alegría. Pero él, al momento de verlas, rompió en llanto.-“No, mi querido amor“, exclamó ella, “¿porqué es que rompes en llanto? ¿No estás deleitado al ver que eres padre de estos bellos niños?”–Y él le respondió, “Mi querida esposa, en mi camino de regreso del bazar tuve mucha sed, y me dirigí a una montaña en donde conozco un arroyo, tal como mi padre lo hacía, y me dirigí a la fuente, pensando que se había secado. Pero, viendo más de cerca, noté que estaba realmente llena; entonces reflexioné que bebería un pequeño trago, y me dirigí a ella, cuando…¡Lo!…ese diabólico ser (me refiero al diablo) me atrapó por las barbas y no me dejaba ir. Rogué y recé, pero aún me tenía asido bien fuerte. ‘Dame lo que tengas en casa’ dijo él; y le respondí ‘Tengo caballos’, a lo que él replico ‘¡No quiero caballos!’, a lo que dije ‘Tengo bueyes’ y me respondió de nuevo ‘¡No quiero bueyes!’. Finalmente le dije ‘Tengo una esposa tan encantadora que no se puede hallar otra igual en toda la tierra, llévatela, pero déjame ir’, y de nuevo me respondió ‘¡No quiero a tu maravillosa esposa!’. Entonces le prometí lo que sea que sea que me esté esperando al llegar a casa. Y me dejó ir, pero desconocía de nuestros bellos hijos. Dios me ha bendecido con ellos. ¡Ven, amor mio!, ¡Enterremos a nuestros hijos para que no los tome!”.-“¡No, no!, mi querido esposo. Mejor escondámoslos en algún lugar. Cavemos una zanja junto a nuestra choza, cerca de los gabletes!“. (Pues en ese entonces no existían grandes palacios, y los zares vivían en jatas de campesinos).
Entonces ellos cavaron una fosa justo bajo los gabletes, y metieron a sus hijos dentro, y les dejaron provisión de pan y agua. Luego la cubrieron y ocultaron, y regresaron a su propia casa.Luego llegó la serpiente (pues el Maldito había tomado forma de una serpiente), y llegó volando en busca de los niños. Corría dentro y fuera de la jata, pero nada había para ver.Finalmente, le preguntó a la estufa:-“¿Estufa, estufa, en dónde ha ocultado el zar a sus hijos?”––La estufa respondió, “El zar ha sudo muy buen amo conmigo; ha colocado grandes cantidades de leña caliente dentro de mi; soy fiel a él.”–Viendo que no iba a sacarle nada de información de la estufa, le preguntó a la escoba de la chimenea:- “Escoba, escoba, en dónde ha ocultado el zar a sus hijos?”.–Pero la escoba respondió, “El zar siempre ha sido buen amo conmigo, pues siempre limpia el tibio hogar conmigo; soy fiel a él.”De forma que el Maldito no pudo sacarle nada a la escoba de la chimenea.–Entonces le preguntó al hacha, “¿Hacha, hacha, en dónde ha ocultado el zar a sus hijos?”–El hacha respondió, “El zar siempre ha sido buen amo para mi. Corta su leña conmigo y me da un lugar en donde descansar; no lo molestaré.”–Entonces el demonio le preguntó a la barrena, “¿Barrena, barrena, en dónde ha ocultado el zar a sus hijos?”.–Pero la barrena respondió, “El zar ha sido un buen amo conmigo. Me usa para perforar pequeños agujeros, y luego me deja descansar; de forma que lo dejaré descansar también.”–La serpiente le dijo a la barrena, “Entonces el zar ha sido un buen amo para ti, ¡¿eh?! Bien, sólo puedo decir que si fuera tan buen amo como dices, me sorprendo que te golpee en la cabeza tanto con un martillo.”–“Bien, es cierto,” dijo la barrena, “Nunca había pensado en eso. Deberías llevarme contigo, si quieres, y llevarme afuera de la jata, cerca del gablete frontal, y soltarme; y donde sea que yo caiga, en el suelo pantanoso, comienza a cavar, y ¡hazlo usándome a mi!”.
Eso hizo el demonio, y comenzó a cavar en el punto en el que cayó la barrena, afuera, en el suelo pantanoso, hasta que logró sacar a los niños.Ahora, ya que ellos crecían a un paso tan acelerado, mientras la serpiente preguntaba a medio mundo, los niños se convirtieron en adultos, en un guapo mozo y en una hermosa muchacha; y la serpiente se los llevó cargados. Pero eran grandes y pesados, por lo que pronto quedó agotado el Maldito, y tuvo que echarse a descansar, quedándose dormido de inmediato.Entonces la Tsarivna se sentó sobre su cabeza, y el Tsarevko junto a ella, hasta que un caballo vino galopando. Corrió directo a ellos y dijo:“¡Hola! Pequeño zar Novishny, ¿estás aquí por tu propia voluntad o en contra de ella?”.–A lo que el pequeño Zar Novishny respondió:“¡No, mi pequeño rocín! Estamos aqui CONTRA nuestra voluntad.”––“¡Entonces, subid a mi grupa,” dijo el caballo, “y os llevaré lejos!”
De esta forma, se subieron a su espalda, pues la serpiente estaba profundamente dormida. Y el caballo galopó hacia afuera, con ellos; y galopó, lejos, muy lejos. No mucho tiempo después, la serpiente se despertó, vio en torno a si y no pudo ver nada al levantarse de entre los juncos en los que se había refugiado, cuando vio lejos, a la distancia, con lo que inició su persecución.Muy pronto les dio alcance, y el pequeño
Zar Novishchny le dijo al caballo,”¡Oh, pequeño rocín, qué calor hay. Ya nos llegó la hora a ti y a nosotros!” Y, en verdad, la cola del caballo ya se había convertido en carbón, pues la serpiente iba directamente tras él, soplando fuego como nunca. El caballo sintió que ya no podía más, de forma que dio un último suspiro y cayó muerto; pero ellos, pobres, quedaron con vida.-“¿A quién habéis estado escuchando?“, dijo la serpiente mientras volaba violentamemte hacia ellos, “Sabéis que sólo yo soy vuestro padre y vuestro rey? Tengo derecho de llevaros ahora mismo.”–“¡Oh, padrecito querido! ¡Nunca más volveremos a escuchar a nadie más!”-“Bien, os perdono por esta vez”, dijo la serpiente, “pero nunca lo volváis a hacer”.De nuevo la gran serpiente los tomó y se los llevó. Pero poco tiempo después quedó agotada y tuvo que aterrizar a descansar, echándose y quedando de nuevo profundamente dormida. La Tsarivna de nuevo se sentó sobre su cabeza, y el Tsarevko a su lado, hasta que llegó volando un abejorro.- “¡Hola, pequeño Zar Novishny!” exclamó el abejorro.–“¡Hola, pequeño abejorro!” dijo el pequeño Zar.-“Decid, amigos, ¿estáis aqui por vuestra voluntad, o en contra de ella?”.-“¡Ay!, pequeño abejo-abejorrito; no por mi voluntad estamos aqui, lo puedes ver por ti mismo.”–“Entonces sentáos sobre mi lomo”, dijo el abejorro, “y os llevaré lejos.”–“Pero, querido pequeño abejo-abejorrito, si un caballo no pudo salvarnos, ¿cómo podrás tu?”–“No puedo deciros hasta no intentarlo”, dijo el abejorro, “Pero si no puedo salvaros, os dejaré caer.”–“Bien, entonces,” dijo el pequeño Zar, “intentaremos. Pues nosotros ambos deberemos morir, pero tú tal vez podrías salvarte.”
Entonces ellos se abrazaron uno al otro, se sentaron sobre el abejorro, y salieron volando. Cuando la serpiente despertó y no los vio, levantó la cabeza por sobre los juncos y los pudo divisar en la lejanía, y salió disparada tras ellos, a toda velocidad.- “¡Ay! Pequeño abejo-abejorrito,” gimió el pequeño Zar Novishny, “cómo se está poniendo todo de caliente.¡Los tres vamos a perecer!”.Entonces el abejorro se dio la vuelta y se los sacudió. Cayeron al suelo, y él salió volando lejos, mientras la serpiente cayó a toda prisa encima de ellos, con las mandíbulas abiertas.-“¡Aja!” exclamó con un bufido, “habéis cometido una traición de nuevo, ¿eh?. ¡No os he dicho que no escuchéis a nadie sino a mi!”.Entonces ellos comenzaron a gemir y a llorar, “¡Te escucharemos a partir de ahora sólo a ti y a nadie más!”, y lloraron y suplicaron tanto, que finalmente los perdonó.De nuevo los montó sobre su lomo y salió volando. Pero eran muy pesados, por lo que quedó agotada de inmediato, y tuvo que bajar a tierra a descansar, y se quedó de nuevo dormida. Y, de nuevo, la Tsarivna se sentó sobre su cabeza, y el Tsarevko junto a ella, y asi estuvieron hasta que un buey pasó por allí, al verlos se aproximó a ellos, y les dijo:“¡Hola, pequeño Zar Novishny! ¿Estáis aquí por nuestra voluntad, o estáis aquí en contra de vuestra voluntad?”––“¡Ay! Pequeño buey, te aseguro que no estoy aquí por mi voluntad.”–“Sentaos en mi lomo, entonces”, dijo el buey, “y os llevaré lejos”. –Pero ellos le respondieron, “Ay, si un caballo y un abejorro no pudieron arreglárselas, ¿cómo lo harás tu?”––“¡Tonterías!” dijo el buey. “¡Montáos, y os llevaré lejos!” intentando convencerlos.–“¡Bien, solo podemos morir una vez!” exclamaron, y se montaron y el buey se los llevó, sacudiendo y traqueteando tanto, que a cada rato casi se caían al suelo.La serpiente se despertó al rato y entró en una gran cólera. Alzo su cabeza por sobre los matorrales, y voló tras ellos. ¡Oh, qué rápido voló!.Entonces exclamó el pequeño Zar, “¡Ay!, buey, qué caliente está. ¡Morirás, y nosotros moriremos también!”.
-Entonces respondió el buey, “¡Pequeño Zar!, Mira dentro de mi oreja izquierda, y verás un peine para caballos. ¡Sácalo y lánzalo detrás de ti!”–El pequeño Zar sacó el peine y lo lanzó tras de si, y se convirtió en un enorme bosque, tan espeso y dentado como un peine para caballos. Y el buey continuó caminando, a su ritmo parcimonioso: cada trecho ellos brincaban y se sacudían tanto, que casi se cayeron varias veces al suelo.La serpiente, sin embargo, se las arregló para abrirse paso por el espeso matorral, y de nuevo se puso tras ellos soplando fuego.El pequeño Zar lloró, “¡Ay, Buey! Otra vez comienza a quemar. ¡Morirás, y nosotros pereceremos también!”.–Pero el toro le dijo, “¡Mira dentro de mi oido derecho, y saca el cepillo que encuentres allí, y lánzalo detrás de ti!”––Asi hizo el joven, y salió detrás de si un bosque, matorral y monte tan espeso y denso como un cepillo.
Al llegar la serpiente al denso bosque, comenzó a luchar contra todos los árboles, malezas y espinos, para abrirse paso; finalmente logró traspasar el monte. Y el buey continuó caminando, a su ritmo parcimonioso: cada trecho ellos brincaban y se sacudían tanto, que casi se cayeron varias veces al suelo.Al haber logrado pasar la serpiente a través del bosque, de nuevo los persiguió y rápidamente ya les quemaba los traseros.El pequeño Zar dijo, “¡Ay!, ¡Buey, mira!, ¡Mira!, Vamos a morir.”Pero el buey ya estaba cerca del mar, “Mira dentro de mi oído derecho,” dijo el buey, “saca el pequeño pañuelo que encuentres allí, y lánzalo frente a mi”.Eso hizo el joven, y lo lanzo frente al buey, que se transformó en un puente. Galoparon, traqueteando y casi cayendo por el puente, cruzando el mar. Y al haber cruzado al otro lado, el buey le dijo al pequeño Zar:“Levanta el pañuelo y ondealo tras de mi.”Y eso hizo el joven, levantando el pañuelo y doblándolo, lo mismo que sucedía con el puente, que se levantaba y se doblaba detrás de ellos, hasta desaparecer. La serpiente había llegado mientras tanto a la orilla del mar, pero tuvo que parar, pues ya no había nada por sobre donde podía caminar.De esta manera fue que habían podido cruzar al otro lado del mar, y la serpiente tuvo que permanecer al otro lado. Entonces el buey les dijo:-“Os llevaré a una choza cerca del mar, y en dicha vivienda deberéis vivir, y allí deberéis sacrificarme”.Pero ellos, llorando y gimiendo, exclamaron, “¡Cómo te vamos a sacrificar!“, llorando, “¡tu eres nuestro padre, y nos has salvado de la muerte!”
–“¡No!” dijo el buey; “debéis sacrificarme, y la cuarta parte de mi cuerpo la debéis poner colgada sobre la estufa, y la segunda cuarta parte de mi cadáver, ponedla sobre el suelo, en una esquina, y la tercera cuarta parte de mi cuerpo la deberéis poner en el suelo en una esquina a la entrada de la casa, y la cuarta parte final, alrededor del umbral, de forma que habrá una cuarta parte de mi en cada una de las cuatro esquinas.”Eso fue lo que hicieron; lo mataron y colgaron o colocaron cada cuarto de su cuerpo en cada esquina de la casa, y luego se acostaron a dormir.Ahora bien, el Tsarevko se despertó a la mitad de la noche, y vio a su mano derecha un caballo tan bellamente enjaezado, que no pudo resistirse a levantarse y montarlo; y en la esquina del umbral había una espada muy afilada, y en la otra esquina estaba el perro llamado Protius, y en la esquina de la estufa estaba el perro llamado Nedviga.El pequeño Zar suspiró, pues ya quería levantarse, “¡Levántate, hermanita!“, exclamó, “¡Dios ha sido bueno con nosotros! ¡Levántate, hermanita, y oremos para agradecer al Creador!”.Se levantaron y oraron para glorificar a Dios y, mientras lo hacían, comenzó a amanecer. Luego montó su caballo y llevó a los perros con él, pues debían vivir de lo que capturaran.Asi vivieron en esta jata junto al mar, y un día la hermana tuvo que ir al mar a lavar su ropa de cama, y sus vestidos, en las aguas azules. Y la serpiente vino, y le dijo,-“¿Cómo os habéis arreglado para saltar sobre el mar?”–“¡Mira!” dijo ella, “cruzamos por este camino. Mi hermano tiene un pañuelo que se convierte en un puente cuando lo ondea tras de si. ”–
–Y la serpiente le respondió, “Te diré algo, pídele el pañuelo; dile que quieres lavarlo, y tómalo y ondéalo, y entonces seré capaz de cruzar hacia ti, y vivir contigo, y envenenaremos a tu hermano”.–Entonces la chica regresó a casa y le dijo a su hermano, “Dame el pañuelo, querido hermano; está sucio, de forma que lo lavaré y te lo regresaré.”Y él le creyó y se lo dio, pues ella era bien amable con el, y muy querida, y la tomaba como una persona fiel y buena. Ella tomó el pañuelo, lo llevó al mar, y lo ondeó – y justo apareció un puente.Entonces la serpiente cruzó el mar y llegó hasta su lado, y caminaron juntos a la jata, planificando la mejor forma de destruir a su hermano y sacarlo de este bello mundo de Dios.Ahora la costumbre del joven era levantarse al alba, montar su caballo y salir de cacería, para que él y la que tanto amaba lograran comer.La serpiente le dijo entonces, “Recuéstate en tu cama y finge estar enferma, y dile ‘Soñé un sueño, querido hermano, escucha; te vi yendo y ordeñando una loba para que con su leche me ponga bien’. Entonces él irá y buscará la leche, y todos los lobos matarán a sus perros en pedazos, y entonces podremos hacerle a él lo que querramos, pues su fuerza yace en esos perros.”
Entonces, cuando el hermano regresó de la cacería, la serpiente se ocultó, y la hermana ya se encontraba en cama, fingiendo estar enferma, y le dijo a su hermano, “He tenido un sueño, querido hermano. Soñé que ibas a conseguirme leche de loba, y la bebí, y recuperé mi salud, pues estoy tan débil que Dios casi me lleva con Él.”–“Te la conseguiré”, le dijo su hermano. Monto su caballo y partió. Pronto llegó a un pequeño matorral, del cual inmediatamemte salió una loba. Entonces Protius la persiguió, mientras Nedviga la atajó y atrapó con firmeza, y el pequeño Zar la ordeñó, y la dejó ir.Pero la loba se dio la vuelta, regresó, y le dijo, “Bien por ti, pequeño Zar Novishny, el que me hayas ayudado. Hubieses podido no dejarme vivir. Pero me has liberado, entonces te daré a ti, pequeño Zar Novishny, un lobato.”–Y entonces le dijo a su pequeño lobato, “Deberás servir a este pequeño Zar como si fuese tu propio padre.”.Entonces el pequeño Zar regresó y, ahora, además de sus buenos perros, también tenia un cachorro de lobo que trotaba tras ellos.
Ahora bien, la serpiente y la hermana mala lo vieron de lejos, regresando sano y salvo y con tres perros trotando tras él. Y la serpiente le dijo:”¡Que taimado y astuto es él! ¡Ha añadido otro perro guardián a su jauría! Recuéstate y finge estar peor que nunca, y pídele leche de osa, y entonces los osos lo despedazarán cuando vaya a intentar ordeñar a una osa, de eso no hay duda.”Entonces la serpiente se convirtió en una aguja, y la chica la tomó y la clavó a la pared.Mientras tanto, el hermano desmontaba de su caballo y entraba a la jata con sus perros y el lobo, y los perros comenzaron a olfatear la aguja clavada en la pared.Y la hermana le dijo, “Dime, ¿porqué conservas estos enormes perros? No me dejan descansar”. Entonces llamo a los perros, y los tres se echaron. Y la hermana le dijo:”He soñado un sueño, hermano mío. Te vi yendo a buscarme y conseguirme algo de leche de osa, y yo la bebía y mi salud volvía a mi.”–“Iré a conseguirla” le dijo el hermano.Pero primero se recostó a dormir, y Nedviga a su cabeza, y Protius a sus pies, y Vovchok (pequeño lobo) a su lado. Y durmió toda la noche, y al alba se levantó y montó su caballo, y partió, acompañado de su jauría.De nuevo llegaron a una pequeña maleza, de la que, esta vez, salió una osa. Protius la corrió, Nedviga la sostuvo firmemente, y el pequeño Zar la ordeñó, y la liberó.Entonces la osa le dijo, “Hola a ti, pequeño Zar Novishny; por haberme liberado, de daré un osezno.”Y se volteó a su hijo, y le dijo, “Obedécelo y cuídalo como si fuera tu propio padre”.De esta forma, el pequeño Zar partió de regreso a casa, y la serpiente y la mala hermana lo vieron desde lejos, sano y salvo, con cuatro bestias trotando detrás.“¡Mira, ” dijo la serpiente “y dime si no vienen cuatro corriendo detrás de él! ¿No podremos destruirlo nunca? Te diré que: Pídele leche de liebre; tal vez sus bestias se engullirán la liebre antes que él pueda ordeñarla.”Asi sucedió entonces. La serpiente se convirtio de nuevo en una aguja, que la muchacha clavó en la pared, un poco mas alto que antes para que los canes no la olfatearan. El pequeño Zar desmontó su caballo y entró a la jata con sus perros, y los perros olfatearon la aguja en la pared, y le ladraron, pero el hermano no sabía porqué podía ser eso.Su hermana, mientras tanto, rompió en llanto, y dijo, “¿Debes mantener tan monstruosos perros? ¡Una jauría como esa me hace pasar muchas penas!”. El pequeño Zar ordenó silencio a sus perros, quienes se echaron, tranquilos.Y la hermana le dijo, “Estoy muy enferma, hermano, que nada me puede curar ya, sino leche de liebre. Ve y tráeme un poco.”–“La conseguiré“, dijo él.Pero primero se recostó a dormir. Nedviga se echó a su cabeza, Protius a sus pies, Vovchok a su lado, y Medvedik (oso pequeño) a su otro lado. Durmió toda la noche, pero al alba se levantó, monto su caballo, tomó su jauría con él, y partió
De nuevo llego a un pequeño lugar enmalezado, y saltó frente a él una liebre hembra. Protius la correteó, Nedviga la sostuvo fuerte, y entonces el muchacho la ordeñó y liberó.La liebre le dijo, “Salud a ti, pequeño Zar Novishny; por haberme dejado ir – pues pensaba que me ibas a despedazar tu y tus perros – te daré un lebrato”.Y al lebrato le dijo, “Obedécelo como si fuera tu propio padre.”Entonces el muchacho regresó a casa, y de nuevo lo vieron desde lejos. “¡Qué bribón taimado es él!”, dijeron ambos, “¡Los cinco lo siguen, y él está mejor que nunca!”––“¡Pídele que te traiga leche de zorra!” dijo la serpiente, “¡talvez en el ajetreo de la cacería, sus bestias lo dejarán y despedazarán!” Y de nuevo la serpiente se transformó en una aguja, que la muchacha clavó muy alto en la pared, para que los perros no la lograran detectar.De nuevo desmontó el zar del caballo y sus perros entraron a la jata, dirigiéndose de lleno a olfatear y ladrar a la pared. Pero la hermana comenzó a llorar, y le dijo:“¿Porqué debes conservar a esos monstruosos perros?” Él les gritó, y ellos se echaron calladamente sobre sus ancas. Y la hermana le continuó diciendo.”Estoy agonizando, hermano mío; ve a conseguirme leche de zorra, asi me curo.”–“La iré a traer para ti,” dijo el hermano.Pero primero se acostó a dormir. Nedviga se echó a su cabeza, Protius a sus pies, Vovchok y Medvedik a su lado, al igual que la pequeña liebre. El pequeño zar durmió toda la noche y, al amanecer, se levantó, montó su caballo, llamó a toda su jauría, y partió.Llegaron a un pequeño matorral, del que saltó una zorra. Protius la persiguió, Nedviga la sostuvo con fuerza y el pequeño Zar la ordeñó y liberó. Entonces le dijo la zorra:“Gracias a ti, pequeño Zar Novishny, que me has dejado ir. Yo pensé que me ibas a despedazar tu y tus perros. Por tu amabilidad, te daré un cachorro de zorro.”Y al pequeño zorro le dijo, “Obedécelo como si fuera tu propio padre.”De esa forma, regresaron a casa, y los vieron desde lejos, y ¡guau!…¡ahora tenia seis guardianes!.“’Esto no es nada bueno; no nos podremos deshacer de él” dijo la serpiente.“¡Ahora mira!. Hazte la enferma, peor que nunca, y dile, ‘Estoy demasiado enferma, hermano mío, pues en otro lugar, muy, muy lejos, hay un verraco que surca el suelo con su hocico, y siembra con sus orejas, y cosecha con su cola – y en ese mismo imperio hay un molino con doce hornos, y doce piedras, que muele su propio grano y produce su propia harina, y si no me traes de la harina molida en esas doce piedras, y del pastel horneado en esos doce hornos, mi alma no sanará.”–Entonces el hermano le respondió, “¡Ya estoy comenzando a pensar que no eres mi hermana, sino mi enemiga!”––Pero ella respondió, “¿Cómo puedo ser tu enemiga cuando ambos vivimos solos en esta tierra extranjera?”–“Bien, traeré lo que me pides,” dijo, pues de nuevo creyó en su hermana.Entonces montó su rocín, tomó su jauría y partió, y llegó al país del que le habían contado sobre dicho verraco y dicho molino. Llegó al molino, ató su caballo a él, y entró. Y allí había doce piedras moliendo el grano, y doce hornos horneando el pan, y se necesitaban doce puertas para encenderlos o apagarlos, y que separaban las distintas doce secciones del molino.Entonces tomó harina de la primera piedra y se dirigió a la segunda puerta, pero los perros y otros compañeros se fueron quedando uno a uno en cada sección. Pasó por las doce puertas, pero cuando regresó a la primera, volteó a ver y no había perros ni otros animales que ver, pues habían quedado todos atrapados. Silbó, y escuchó a sus perros llorando desesperadamente tras las puertas, de donde no podían salir. Lloró de pena por sus perros y acompañantes, montó su caballo, y regresó a casaAl llegar a casa, encontró a su hermana pasándola alegremente con la serpiente. Y ni había terminado de entrar el hermano a la jata, cuando le dijo la serpiente:“¡Bien, queríamos carne, y carne ha venido a nosotros!”, pues acababan de matar un toro, y en el suelo donde lo habían sacrificado, había brotado y crecido un espino, tan bello que podría ser el protagonista de varios cuentos, pero nadie podría concebir ni adivinar lo bello que era. Cuando el pequeño Zar lo vio, sólo pudo decir:-“¡Oh, mi querido cuñado!” (Pues sin sus perros, él debía ser cortés con la serpiente, y ésta era macho, y el novio de su hermana), “¡déjame subir a ese bello espino, y ver el horizonte!”Pero la hermana le dijo a la serpiente:-“Querido amigo, hazlo que caliente agua para si mismo, así lo hervimos y no te ensucias tus manos.“–“Muy bien,” dijo la serpiente, “¡él deberá hacer que el agua hierva inmediatamente!”
Entonces se dirigió a cortar leña, pero al estar haciéndolo, llegó un estornino volando, y le dijo:“No tan rápido, no tan rápido, pequeño Zar Novishny. Sé tan lento como puedas, pues tus perros han logrado abrirse paso a través de dos puertas.”Entonces el pequeño Zar vertió agua en el caldero, y encendió un fuego debajo de él. Pero la leña que había cortado estaba muy, pero muy seca, y ardió con fiereza, por lo que le asperjó un poco de agua, una y otra vez, para que no ardiera tan fuerte.Y cuando entró al patio por más agua, el estornino le dijo:-“¡No tan rápido, no tan rápido, pequeño Zar Novishny, pues tus perros han logrado abrirse paso a través de cuatro puertas!”Mientras regresaba a su casa, la pérfida hermana le dijo, “¡Esa agua no hierve lo suficientemente rápido! ¡Toma el atizador y aviva el fuego!”Y asi hizo, y las llamas crecieron, pero cuando ella se descuidó, asperjó la leña con más agua, de nuevo, para que ardiera con más lentitud. Luego se dirigió al patio de nuevo, y el estornino se le acercó y le dijo:“No tan rápido, no tan rápido, pequeño Zar; sé tan lento como puedas, pues tus perros ya han logrado abrirse paso por seis puertas”. Y entonces regresó a la casa, y su hermana de nuevo lo obligó a atizar el fuego y avivar las llamas, pero cuando ella se fue, de nuevo roció agua a las brasas.Y de nuevo tuvo que ir al patio por más agua. “¡Este trabajo es duro!“, gimió; pero el ave se acercó a el y le dijo:”¡No tan rápido, no tan rápido, pequeño Zar Novishny, pues tus perros han logrado abrirse paso ya por diez puertas!”El pequeño zar tomó la leña más seca que pudo y, mientras era vigilado, la echo al fuego y la atizó para que creyeran que estaba poniendo empeño en hervir agua para que lo cocinaran en ella; pero cuando lo dejaban de observar, lo rociaba con agua para que de apagara un poco, y no hirviera tan pronto el agua.De nuevo fue al bosque por más leña, y el estornino le dijo: “¡No tan rápido, no tan rápido, pequeño Zar, pues tus perros ya han logrado traspasar todas las puertas, pero quedaron agotados y están descansando un poco!”.El problema era que ahora el agua ya estaba hirviendo, por lo que su hermana corrió y le dijo:-“Ven, hiérvete, rápido; ¿cuánto tiempo nos vas a hacer esperar?“.Entonces comenzó a preparar el cucharón para verterse agua sobre si, mientras ella preparaba la mesa para que la serpiente se comiera a su hermano en ella.Pero él, pobre cosa, comenzó a echarse agua hirviendo encima, aunque exclamó: “¡Oh, mi querido cuñado, te ruego me dejes subir al espino, para ver por última vez el horizonte!”.–“¡No le permitas, querido!” dijo la hermana a la serpiente, “estará mucho rato allá arriba y nos hará perder nuestro preciado tiempo.”–Pero la serpiente le respondió, “No importa, no importa, déjalo subir, si quiere.”Entonces el pequeño Zar se acercó al àrbol, y comenzó a ascenderlo; no se perdía una sola rama, y descansaba a cada momento, hasta que llegó a la punta, en donde sacó su flauta y comenzó a tocarla.-“¡No tan rápido, pequeño zar Novishny, por Dios! Tus perros vienen corriendo muy rápido, con todas sus fuerzas.”Pero la hermana salió corriendo, y dijo: “¿Para qué estás tocando allá arriba? ¡Has olvidado acaso que estamos esperando a que vengas a hervirte!”.Entonces comenzó a bajar del árbol, sin perderse cada rama y deteniéndose a descansar a cada momento, mientras la hermana le gritaba insistente que se apurara.Finalmente llegó a la última rama, se detuvo un rato, dio un salto a tierra, y pensó para si: “¡Ahora moriré!”.Pero en ese mismo instante, sus perros y sus bestias, gruñendo con fuerza, llegaron corriendo y se colocaron en círculo para protegerlo. Entonces se persignó, y dijo: “¡Gloria a Ti, oh Señor! ¡Aún tengo, gracias a Ti, más tiempo para vivir en este Tu bello mundo!”.Entonces llamó, gritando, a la serpiente, diciendo: “¡Ahora ya, querido cuñado, sal, pues ya estoy listo para tí!”.La serpiente salió para comerlo, pero el pequeño Zar le dijo a sus perros y a sus bestias: “¡Vovchok!, ¡Medvedik!, ¡Protius!, ¡Nedviga!, ¡A él!”. Tras la orden, los perros y las fieles bestias, incluida la liebre, agarraron a la serpiente y la despedazaron.El pequeño zar recogió todos los pedazos y los incineró, hasta convertirlos en cenizas, y el pequeño zorro las recogió con su cola, hasta que las tuvo todas, como un plumero, y salió a campo abierto, y las dispersó a los cuatro vientos.Pero mientras habían estado despedazando a la serpiente, la pérfida hermana logró quebrarle un diente y ocultarlo. Cuando ya todo había pasado, el pequeño Zar le dijo: “Como has sido pérfida y engañosa, mala amiga y hermana, deberas permanecer aquí mientras voy a otro reino.”Entonces preparó dos cubos y los colgó del espino blanco, y le dijo a su hermana: “¡Mira, hermana! ¡Si lloras por mi, este cubo se llenará de lágrimas, pero si lloras por la serpiente, ese otro cubo se llenará de sangre!” Y ella rompió en llanto, y comenzó a rogarle: “¡No me dejes, hermano, llévame contigo.”–“No lo haré” dijo él; “una amiga tan engañosa como tú no quiero tener a mi lado. Quédate donde estás.”Entonces montó su caballo, llamo a sus perros y bestias, y tomó camino en busca de otro reino y de otro imperio. Y cabalgó y cabalgó hasta arribar a cierta ciudad, y en dicha ciudad sólo habia una fuente, y sobre esta fuente estaba sentado un dragón de doce cabezas. Y era tan terrorífico, que cualquiera que llegara a buscar agua a dicho pozo, el dragón salía y se lo comía, y no había ningun otro lugar en la ciudad donde la gente pudiese extraer agua.De modo que el pequeño Zar llegó a ese pueblo, y se registró en la posada para extranjeros, y preguntó al posadero: “¿Qué significa eso de que toda la gente ande corriendo y llorando por las calles?”.–“¿Porqué?, ¿No sabias?” dijo él; “¡Es el turno del zar de enviar a su hija donde el dragón!”––Entonces salió y escuchó a la gente diciendo: “El zar proclama que, quienquiera sea capaz de matar al dragón, a él dará la mano de su hija y la mitad de su reino!”.El pequeño Zar Novishny dio un paso al frente, y exclamó: “¡Soy capaz de matar a este malvado dragón!”Y entonces la gente inmediatamente fue a decirle al zar: “Un extranjero ha venido hasta acá, y dice que está listo para conocer y matar al dragón.” Y el zar envió por el joven y lo colocó entre sus guardias.
Y llevaron a la Tsarivna, y tras de ella lo llevaron a él, y detrás de él iban sus bestias y su caballo. Ya la tsarivna era tan encantadora y ricamente ataviada que todos los que la miraban, se destrozaban llorando amargamente.Pero al momento que el dragón apareció y abrió sus fauces para devorar a la Tsarivna, el pequeño zar llamó a su espada afilada: “¡Cae sobre él!”, y a sus bestias: “¡Protius! ¡Medvedik! ¡Vovchok! ¡Nedviga! ¡Atrapádlo!”.Entonces la espada y las bestias cayeron sobre el dragón y lo despedazaron.Cuando hubieron terminado de hacerlo pequeños pedazos, el pequeño zar tomó los restos del cuerpo y los incineró hasta convertirlos en cenizas, y el pequeño zorro absorbió las cenizas entre su cola, y salió a campo abierto, y las dispersó a los cuatro vientos.Luego tomó a la Tsarivna por la mano y la llevó con el zar, y la gente se alegró porque su agua ya había sido liberada. Y la tsarivna le entregó el anillo nupcial, y regresaron a casa. Y caminaron, y caminaron, pues era un largo camino del reino de ese zar, hasta que quedaron agitados y se echaron sobre el pasto, y ella recostó su cabeza en él.Pero su lacayo se arrastró hacia él, quitó el seguro a la afilada espada, se dirigió al pequeño zar, y dijo: “¡Espada afilada! ¡Mátalo!”. Y la espada lo cortó en pedacitos, y sus bestias ni se enteraron, pues dormían profundamente.Después de hacerlo, se dirigió a la Tsarivna: “Debes decirle ahora a todos que te he salvado de la muerte, pues si no lo haces, te haré lo mismo que le hice a él. ¡Jura que vas a hacerlo!“A lo que ella respondió, “Te juro que diré que me salvaste de la muerte”, pues sintió mucho miedo por las palabras que le dijo el lacayo. Y entonces regresó a la ciudad, y el Zar estuvo feliz de verlos, y regaló ricas ropas al lacayo, e hizo que se casara con su hija.Ahora bien, cuando Nedviga se despertó, percibió que su amo ya no existía, por lo que inmediatamente despertó al resto, y todos ellos comenzaron a pensar y considerar quién de ellos era el más veloz. Y cuando todos ellos habian votado, juzgaron y decidieron que la liebre era la más rápida de todos ellos, y decidieron que debería correr a traer agua sanadora y la manzana de la juventud, también.
La liebre corrió muy veloz a recoger esa agua y esa manzana, y corrió y corrió hasta llegar a cierta tierra, y en esa tierra vio una fuente, y cerca de la fuente crecía un manzano, que cargaba las manzanas de la juventud, pero esta fuente y este árbol de manzanas eran cuidados por un moscovita, ¡oh!, tan fuerte, tan fuerte, que blandía su sable y ni un ratón podía hacerse camino a dicha fuente.¿Qué se debía hacer? Entonces la pequeña liebre recurrió a algo sutil, y se encorvó, y se dirigió hacia la fuente, fingiendo estar coja. Cuando el moscovita la vio, dijo:“¿Que tipo de bestia es esta? ¡Nunca vi nada igual!”Entonces la liebre pasó por entre sus piernas, y siguió y siguió hasta llegar justo frente a la fuente. El moscovita quedó allí, con los ojos totalmente abiertos, pero la liebre agarró velocidad y tomó un poco de agua y arrancó una manzana, y desapareció en una fracción de segundo, sin dejar rastro.Corrió a toda velocidad hacia el pequeño zar Novishny, y Nedviga de inmediato tomó el agua y la roció sobre los fragmentos de su amo, y estos se unieron. Luego vertió un poco mas del agua de vida entre su boca, y él revivió, y le dio un trozo de la manzana de la juventud, y él se volvio de nuevo joven, y más fuerte que nunca.Entonces, el pequeño zar se levantó, se estiró, y bostezó: “¡Tanto tiempo que he dormido!“, exclamó.–“’¡Es algo muy bueno que tengamos el agua de vida y de salud!”, dijo Protius.––“¿Pero qué vamos a hacer ahora?” dijeron todos. Se reunieron, y decidieron que el pequeño zar debía disfrazarse como anciano, e ir al palacio del zar.Eso hicieron; el pequeño zar Novishny se disfrazó de anciano y fue al palacio del zar. Y cuando llegó, rogó que lo dejasen entrar a ver a la joven pareja de recién casados. Pero los lacayos no lo dejaron.Entonces la tsarina misma escuchó el sonido de sus ruegos y oraciones, y les ordenó admitirlo.Cuando entró a la habitacion y se quitó la capucha y manto, el anillo que la tsarivna le había dado cuando mató al dragón, destelló tan fuerte que ella lo reconoció pero, sin que sus ojos lo creyeran, le dijo:“¡Ven aqui, tu, buen y anciano peregrino, te mostrare mi hospitalidad!” Y el pequeño zar se acerco más a la mesa, y la tsarivna le sirvió una copa de vino y se la dio, y él la tomó con su mano izquierda. Ella notó que él no había tomado la copa con la mano en la que tenía el anillo, de modo que ella misma bebió de la copa.Entonces le llenó otra copa y se la dio, y él la tomó con su mano derecha. Y ella reconoció inmediatamente su anillo, y le dijo a su padre:”Este hombre es mi esposo, quien me salvó de la muerte, y no ese tipo” – señalando al lacayo – “quien con picardía y maldad asesinó a mi esposo y me obligó a decir que él era mi esposo”.
Cuando el zar escuchó eso, le hirvió la sangre por la furia: “¡De forma que tu eres un mentiroso traidor!”, le dijo al lacayo, e inmediatamente ordenó que lo asieran y lo ataran a la cola de un caballo tan salvaje, que ninguna persona pudiese detenerlo, y que lo perdiera entre la infinita estepa.Pero el pequeño zar Novishny se sentó detrás de la mesa y se alegró.Entonces el tsarevko y la Tsarivna vivieron mucho tiempo juntos, en felicidad. Un día ella le preguntó:“¿Qué hay de tu tierra natal y la casa de tu padre?”Entonces él le contó a ella sobre su hermana, a lo que ella le ordenó que ensillara su montura, llevara a sus bestias con él, y fuera a buscarla.Llegaron al lugar en el que el la habia dejado, y vieron que el cubo que había dejado para la serpiente estaba lleno de sangre, mientras que el que habia dejado para su hermano, estaba seco y cayéndose a pedazos. Esto le indicó que su hermana aún lamentaba y estaba de duelo por la serpiente, y le dijo:”Dios este contigo, pero no te reconozco. ¡Quédate aqui, y nunca volvere a verte al rostro de nuevo!”. Pero ella comenzó a suplicar e implorarle que lo llevase con él. Entonces el hermano tuvo compasión por su hermana y se la llevo con él.Cuando llegaron a casa, ella sacó el diente que habia ocultado de la serpiente, y lo colocó debajo de la almohada sobre la que él dormía. Y por la noche, cuando el pequeño zar fue a dormir, el diente lo mató.Su esposa pensó que estaba simplemente durmiendo, por lo que no le habló, sino que le rogó que no estuviera enojado con ella; y al no recibir respuesta, lo tomó por la mano, y ¡oh!, su mano estaba fría, tan fria como el plomo, y gritó aterrada.Pero Protius entró saltando a través de la puerta y beso a su amo. Y el pequeño zar Novishny revivió, pero Protius murió. Entonces Nedviga besó a Protius, y Protius vivió, pero Nedviga murió. Y el Tsarevko le ordenó a Medvedik: “¡Besa a Nedviga!” Y eso hizo, y Nedviga revivió, pero Medvedik murió. Y de ese modo estuvieron besándose unos a otros, desde el más grande hasta el más pequeño, hasta que le llegó el turno a la pequeña liebre. Ella besó a Vovchok y murió, pero Vovchok revivió. ¿Qué habia que hacer?Ahora que la pequeña liebre había muerto, no había nadie que la besara a ella para revivirla.
“¡Bésala!”, ordenó el pequelo zar a la pequeña zorra. Pero la pequeña zorra era tan astuta que montó a la pequeña liebre sobre su lomo y corrió al bosque. Y la llevó a un lugar en donde yacía un roble caído, con dos ramas una sobre otra, y puso a la liebre sobre la rama de abajo, y corrió y besó a la liebre, teniendo cuidado que la rama quedara entre ambas.Entonces el diente de la serpiente voló fuera de la boca de la liebre y se quedó prendido en la rama de arriba, y ambas, la pequeña zorra y la pequeña liebre, salieron del bosque, sanas y salvas.Cuando los otros las vieron a ambas vivas, se alegraron grandemente porque no había habido daño a ninguno de ellos debido al diente.Entonces agarraron a la hermana y la ataron a la cola de un caballo salvaje, y lo soltaron para que corriera desbocado por la infinita estepa. Y todos festejaron, y tuvieron vidas felices.Y yo estuve alli, y bebí vino y aguamiel hasta que escurrió por mi boca y chorreó por mis barbas. Y este es el cuento completo para ti.